Cita del
cuentista
Señor lector, si estás bordeando los 50 años de edad, estoy seguro que te identificarás con algunos pasajes de la vida del personaje de esta
historia, un joven adulto que pasa por muchas peripecias con el deseo de
mantener a su pequeño bebé siempre sonriendo. Cada historia, es un relato de mi propia vida, con pinceladas de creatividad literaria.
De igual modo, si eres
joven también estarás atento a cada relato,
porque te instruirá en muchas
cosas de los quehaceres del hogar que lo
practicaras cuando te cases. Sabrás que
el cambiar los pañales de los
recién nacidos y otras faenas de
casa ahora ya no son únicamente de las mujeres,
los hombres estamos ayudando y cada vez lo estamos haciendo mejor que nuestras esposas.
FIEBRE
DE ELIAS
Sentimientos
encontrados
Martes 30 de Abril 2013
Treinta y nueve grados de fiebre tiene mi hijo Elías y se
encuentra en emergencia de la clínica Maison de Santé, esta vez acompañado por mi esposa
Andrea, quien está muy preocupada porque
los médicos aún no saben la causa de la temperatura elevada en el organismo de
mi pequeño, el día anterior, muy de
madrugada, también lo tuvimos que llevar
a la clínica por el mismo síntoma.
Aun sin saber, que la salud de Elías se había agravado y que
se encontraba siendo atendido en la clínica,
al terminar mis labores, salí pensativo
haciendo cálculos de los precios de la medicina a comprar que su pediatra le había recetado el día
anterior. Es ahí, estando en la farmacia, en esos momentos eran como la seis de
la tarde, cuando mi esposa por teléfono
me informa de la salud desquebrajada de mi engreído, lo
cual me alarmó mucho y opté rápidamente a dirigirme a la clínica.
En ese espacio de
tiempo, como de 20 minutos, desde la farmacia hasta llegar al local
médico, muchos sentimientos encontrados
me embargaban; tristeza, irritación, temor por lo que pudiera pasarle a mi hijo,
pero me acorde del pasaje Josué 1:5, cuando Dios le exhorta a
Josué a seguir adelante diciéndole
que jamás lo desamparará. Me
apropie de ese texto el cual hizo desaparecer mis temores y seguí adelante. Cuando llegué al lado de mi pequeño, lo
encontré más animado sonriendo, a pesar
de su malestar.
Eran dos días que mi
esposa, Elías y yo pasábamos la noche en
emergencia, pero ya animado por el
pasaje bíblico que había leído horas antes,
me ayudo a estar más tranquilo y con la confianza que todo saldría bien.
“El pediatra no
encuentra aún nada en el organismo del
bebe que origine la fiebre”, con voz temblorosa
mi señora me informa, además comenta del
análisis de heces que faltaba hacerle,
para ver si la fiebre se debía a una infección estomacal.
Elías, llegó a la clínica con un cuadro médico de
fiebre elevada y con el estómago flojo
ya que hacía sus deposiciones en forma
líquida, por lo cual, era importante la prueba de heces para detectar la
ubicación de la infección.
Habían transcurrido ya
nueve horas desde que mi pequeño había ingresado a la Maison, y en ese tiempo
Elías miccionaba, pero tenía problemas para defecar, quizás se debía porque en su mal estado de salud se le había
prohibido comer alimentos sólidos. Esperar a que Elías hiciera rápidamente
las esperadas heces, quizás se demoraría
toda la madrugada, y mi esposa y yo necesitábamos descansar para recobrar
fuerzas e ir a trabajar al día siguiente.
Por lo cual, el
pediatra esperó que le bajara la fiebre con medicamentos orales y luego decidió por su cuadro médico, tratarlo por una infección estomacal, lo
medicó dándonos las instrucciones correspondientes, y lo envió a casa,
sugiriendo que luego fuéramos por consultorio externo.
Han pasado ya seis días
de este anecdótico episodio y mi hijo Elías, ya está recobrándose de la dolencia, mejorando con los medicamentos y la buena
atención de papá y mamá.
No podemos olvidar que la
paternidad requiere altas dosis de paciencia, comprensión, actitud lúdica y
renuncia… una renuncia entendida en los términos de concesiones de hábitos
arraigados durante el transcurso de una vida que, el recién nacido, llega a modificar
sin, ni tan siquiera, pedir permiso.
La paternidad después de los
50 suele ir condicionada por la madurez y la calma con la que la vida nos va
dotando mientras transitamos por ella. En este sentido, la impulsividad y el
exceso de inmadurez que se han quedado en el camino de nuestras vidas, habrán
dado paso a un hombre más estable, sereno, calmado y con aptitudes más que
válidas para mostrar un mundo absolutamente real a sus hijos.