martes, 7 de mayo de 2013


Cita del  cuentista
Señor lector,  si estás bordeando  los 50 años de edad, estoy seguro que te  identificarás con algunos pasajes  de la vida del personaje de esta historia,  un joven adulto que pasa  por muchas peripecias con el deseo de mantener a su pequeño bebé siempre sonriendo. Cada historia,  es un relato de mi propia vida, con  pinceladas de creatividad literaria.
De igual modo, si eres joven también estarás atento a cada relato,  porque  te instruirá en muchas cosas de los quehaceres del hogar  que lo practicaras cuando te cases.  Sabrás que el  cambiar los pañales de  los  recién nacidos  y otras faenas de casa ahora ya no son únicamente de las mujeres,  los hombres estamos ayudando y cada vez lo estamos haciendo  mejor que nuestras esposas.

FIEBRE DE ELIAS
Sentimientos encontrados
Martes 30 de Abril 2013
Treinta y nueve  grados de fiebre tiene mi hijo Elías y se encuentra en emergencia de la clínica Maison de Santé,  esta vez acompañado por mi esposa Andrea,  quien está muy preocupada porque los médicos aún no saben la causa de la temperatura elevada en el organismo de mi pequeño, el día anterior,  muy de madrugada, también lo  tuvimos que llevar a la  clínica  por el mismo síntoma. 
Aun sin saber,  que la salud de Elías se había agravado y que se encontraba siendo atendido en la clínica,  al terminar mis labores,  salí pensativo haciendo cálculos de los precios de la medicina a comprar  que su pediatra le había recetado el día anterior. Es ahí, estando en la farmacia, en esos momentos eran como la seis de la tarde, cuando  mi esposa por teléfono me informa de la salud desquebrajada de mi engreído,  lo  cual me alarmó mucho y opté rápidamente a dirigirme a la clínica.
En ese espacio de tiempo, como de  20 minutos,  desde la farmacia hasta llegar al local médico, muchos  sentimientos encontrados me embargaban;  tristeza, irritación,  temor por lo que pudiera pasarle a mi hijo, pero me acorde  del  pasaje Josué 1:5, cuando Dios le exhorta a Josué a seguir adelante diciéndole  que  jamás lo desamparará. Me apropie de ese texto el cual hizo desaparecer mis temores y seguí  adelante.  Cuando llegué al lado de mi pequeño, lo encontré  más animado sonriendo, a pesar de su malestar.
Eran dos días que mi esposa, Elías y yo pasábamos la noche  en emergencia,  pero ya animado por el pasaje bíblico que había leído horas antes,  me ayudo a estar más tranquilo y  con la confianza que todo saldría bien.
“El pediatra no encuentra  aún nada en el organismo del bebe que origine la fiebre”,  con voz temblorosa  mi señora me informa, además comenta del análisis de heces que faltaba hacerle,  para ver si la fiebre se debía a una infección  estomacal. 
Elías,  llegó a la clínica con un cuadro médico de fiebre elevada y  con el estómago flojo ya que hacía sus deposiciones  en forma líquida, por lo cual, era importante la prueba de heces para detectar la ubicación de la infección.
Habían transcurrido ya nueve horas desde que mi pequeño había ingresado a la Maison, y en ese tiempo Elías miccionaba, pero tenía problemas para defecar,  quizás se debía porque  en su mal estado de salud se le había prohibido comer alimentos sólidos. Esperar a que Elías hiciera rápidamente las  esperadas heces, quizás se demoraría toda la madrugada, y mi esposa y yo necesitábamos descansar para recobrar fuerzas e ir a trabajar al día siguiente.
Por lo cual, el pediatra esperó que le bajara la fiebre con medicamentos orales y  luego decidió por su cuadro médico,  tratarlo por una infección estomacal, lo medicó dándonos las instrucciones correspondientes, y lo envió a casa, sugiriendo que luego fuéramos por consultorio externo.
Han pasado ya seis días de este anecdótico episodio y mi hijo Elías,  ya está recobrándose de la dolencia,  mejorando con los medicamentos y la buena atención de papá y mamá.             
No podemos olvidar que la paternidad requiere altas dosis de paciencia, comprensión, actitud lúdica y renuncia… una renuncia entendida en los términos de concesiones de hábitos arraigados durante el transcurso de una vida que, el recién nacido, llega a modificar sin, ni tan siquiera, pedir permiso.
La paternidad después de los 50 suele ir condicionada por la madurez y la calma con la que la vida nos va dotando mientras transitamos por ella. En este sentido, la impulsividad y el exceso de inmadurez que se han quedado en el camino de nuestras vidas, habrán dado paso a un hombre más estable, sereno, calmado y con aptitudes más que válidas para mostrar un mundo absolutamente real a sus hijos.




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